Una vacuna china probada en México arrojó resultados muy alentadores

Fue aplicada a 100 mil trabajadores de riesgo y evidenció muy buenos resultados. Es uno de los desarrollos que se encuentran en la carrera por conseguir una cura para el coronavirus.

11/11/2020

Frente a la crisis sanitaria mundial, varios laboratorios de distintos países compiten por hallar una vacuna contra el COVID-19. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que existen 47 proyectos que son objeto de ensayos clínicos en humanos. Diez están en fase tres, la más avanzada, que implica a decenas de miles de voluntarios para probar su eficacia.

La farmacéutica estadounidense Pfizer y la empresa biotecnológica alemana BioNTech anunciaron recientemente que su vacuna tiene una eficacia de 90%, según los primeros resultados de esa etapa. Este miércoles se publicó además que la fórmula rusa tuvo un 92% de eficacia en las primeras pruebas.

Sinopharm, que también trabaja en la producción a escala de una vacuna, obtuvo datos muy alentadores. A diferencia de Pfizer, cuyos resultados surgen de ensayos clínicos, las conclusiones se basan en la observación después del uso de emergencia. “Aunque el primero tiene mayor autoridad académica, el segundo también es un estudio de control”, explicó el especialista Tao Lina al Global Times.

La fórmula fue desarrollada por China National Biotech Group, en colaboración con el Instituto de productos Biológicos de Beijing y la farmacéutica estatal china. Desde que comenzaron los estudios, fueron inoculadas 100 mil personas y hasta ahora ninguna ha presentado reacciones adversas. Entre ellos, hay 56 mil que realizaron viajes al exterior y ninguno contrajo el virus.

La mayoría de los voluntarios son empleados de China National Petroleum Corporation, China Petrochemical Corporotaion y de la tecnológica Huawei.

Sinopharm puntualizó sobre los resultados obtenidos en una oficina de México, donde 81 de 99 empleados se aplicaron la dosis. Ninguno de los inoculados contrajo el virus. En cambio, diez personas que no habían sido vacunadas protagonizaron un brote de coronavirus.

En agosto de este año, Liu Jingzhen, el presidente de la empresa estatal China National Biotec Group, parte de la farmacéutica Sinopharm, aseguró que la vacuna contra el coronavirus en la que trabaja el grupo estará lista “probablemente en diciembre” y tendrán la capacidad de producir más de mil millones de dosis en 2021.

Hasta ahora, China ha aprobado tres vacunas para uso urgente. Estos se han entregado a grupos de alto riesgo, como personal médico, diplomáticos enviados a los países más afectados y empleados enviados al extranjero bajo la Iniciativa Belt and Road.

El Ministerio de Ciencia y Tecnología de China informó a fines de octubre que más de 60.000 voluntarios recibieron alguna de las cuatro candidatas vacunas chinas contra el COVID19 “sin presentar efectos adversos significativos”. En ese marco, el laboratorio Sinopharm comunicó que en su ensayo, realizado por el Instituto de Productos Biológicos de Pekín, hallaron “seguridad y tolerancia” a sus dosis en todos los grupos de edad, así como “inmunogenicidad”. Los investigadores publicaron los datos del estudio en la revista científica The Lancet y precisaron que el objetivo fue “evaluar la seguridad y tolerabilidad” de la vacuna inactivada BBIBP-CorV en pacientes de 60 años o más.

Desarrollada por el CNBG (China National Biotech Group en inglés), en colaboración con el BIBP (Instituto de productos Biológicos de Beijing) y la farmacéutica estatal china Sinopharm, BBIBP-CorV es una de las 10 vacunas que ya se prueban en humanos en Fase 3. El BIBP es un instituto precalificado por la OMS (Organización Mundial de la Salud), es el principal fabricante de vacunas de China y el único Instituto que cuenta con la aprobación regulatoria de Bioseguridad Nivel 3 para la fabricación de vacunas a base de cultivo de virus.

“Es una vacuna de virus inactivado, como es por ejemplo la de la hepatitis A, la de polio y la de la rabia, es decir vacunas que son absolutamente seguras desde ese punto de vista porque no contienen elementos de virus vivo”, precisó en diálogo con Infobae el infectólogo argentino Pedro Cahn, director de Fundación Huésped y miembro del Comité Asesor del presidente Alberto Fernández en la lucha contra el nuevo coronavirus.

Por su parte, el infectólogo Eduardo López sostuvo que la vacuna de Sinopharm está basada en virus muerto. “Son virus que crecen en células Vero, que pertenecen a un linaje celular utilizado en cultivos celulares (el linaje Vero fue aislado a partir de las células epiteliales del riñón de un mono verde africano). Y luego de tener una cierta carga viral, la vacuna se inactiva a través de métodos químicos y luego se prepara para su aplicación. Esta plataforma ya se probó con éxito en la vacuna de la Hepatitis A, y para Polio”, recordó el especialista.

China se encuentra entre los países que lideran la carrera mundial por una vacuna COVID-19, con cuatro tratamientos en las fases finales de los ensayos clínicos. Las autoridades sanitarias han dicho que una vacuna estará disponible en China a partir de noviembre o diciembre.

Bajo un programa de emergencia de vacunas que comenzó en julio, decenas de miles de voluntarios han recibido vacunas experimentales, lo que generó preguntas sobre los riesgos de administrar tratamientos no probados en el público.

En el marco del programa, China ofrece tres inyecciones experimentales desarrolladas por una unidad del gigante farmacéutico estatal China National Pharmaceutical Group y Sinovac Biotech, que cotiza en la bolsa estadounidense. Una cuarta vacuna que está desarrollando CanSino Biologics fue aprobada para su uso por el ejército chino en junio.

La confianza en las vacunas de cosecha propia es clave para la diplomacia de salud pública de China frente a las acusaciones de Estados Unidos y otros países de que las demoras en los informes permitieron que el virus se propagara desde China, convirtiéndose en una pandemia que se ha cobrado más de 1 millón de vidas.

Recientemente, China se unió a Covax, una iniciativa mundial de vacunas codirigida por la Organización Mundial de la Salud, Gavi, Vaccine Alliance y Coalition for Epidemic Preparedness and Innovations. Al unirse a la coalición, rechazada por Estados Unidos, China se convirtió en la mayor economía en participar.

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