FMI-Argentina: crónica de un regreso anunciado

Este retorno tendrá un costo político ineludible para el Gobierno y obligará a profundizar recortes en el gasto público, aunque se trate de áreas sensibles como el sector previsional, empleo estatal, salud o educación.

OPINIÓN 08/05/2018

Acosado por un temblor cambiario que catapultó el dólar a un valor histórico, y frente al riesgo de entrar en una crisis de impredecibles consecuencias, el gobierno de Mauricio Macri apeló a la controvertida receta argentina de pedir asistencia crediticia al FMI.

En un mensaje de menos de tres minutos grabado en la Casa Rosada, Macri hizo el anuncio: la Argentina volverá a pedir ayuda financiera al Fondo, algo que no ocurría desde 2003 cuando se recibieron los últimos desembolsos y a poco más de 60 años de la firma del primer convenio crediticio.

En su discurso, el jefe de Estado justificó la decisión en las "complejas" condiciones del escenario mundial, habló de la necesidad de evitar "una gran crisis económica" y de la dependencia financiera externa que tiene la Argentina.

Este retorno tendrá un costo político ineludible para el Gobierno y obligará a profundizar recortes en el gasto público, aunque se trate de áreas sensibles como el sector previsional, empleo estatal, salud o educación.

Lo primero que el FMI buscará es tomar medidas para equilibrar las cuentas públicas: una receta habitual del FMI por más que el ministro Nicolás Dujovne ahora asegure que: "No es el mismo Fondo de hace 20 años".

En un comentario de hace dos años, cuando el ministro era columnista de un programa de TV por cable, Dujovne reconoció que el Gobierno no quería ir al Fondo en ese momento para evitar "condicionamientos que la Argentina no va a querer tomar".

El presidente optó por este camino frente a la ineficacia de las medidas tomadas para frenar al dólar, que superó la barrera de los 23 pesos, equivalente a una devaluación de la moneda nacional del 9,6% en mayo y 21% desde el cierre del 2017, cuando el billete "verde" cotizaba a 18,92 pesos.

La experiencia argentina indica que este nivel de depreciación siempre termina impactando en los precios y los primeros síntomas empezaron a sentirse en insumos de primera necesidad.

Ni los 7.700 millones de dólares en reservas que el Banco Central volcó al mercado, ni la suba de tasas al increíble nivel del 40%, ni haber obligado a los bancos a recortar sus tenencias en moneda extranjera para apuntalar la oferta, fueron suficientes para frenar al dólar.

Tampoco alcanzó el anuncio de Dujovne junto con su par de Finanzas, Luis Caputo, de bajar la previsión del déficit fiscal, a partir de un fuerte recorte en el gasto público, en un mensaje destinado a recuperar confianza en los mercados financieros.

El respaldo político que el Gobierno buscó dentro de Cambiemos y las expresiones de apoyo de los referentes que integran la coalición, no consiguió disipar las dudas de los mercados.

Motivos de la crisis

Más allá de que desde el Gobierno insisten en atribuir al frente externo el origen de la crisis cambiaria, la situación deriva de otros factores.

El país necesita dólares para cubrir obligaciones, no sólo producto de vencimientos de deuda, sino también para cubrir gastos en turismo, en tarjetas de crédito, por envíos de dividendos de empresas al exterior, para guardar en el "colchón", entre otros factores.

Para cerrar el 2018, el país necesita entre 7.000 y 8.000 millones de dólares, un volumen que no es imposible de conseguir, pero las dudas están puestas en las exigencias para el 2019, un año electoral, en el que superan los 26 mil millones.

La posibilidad de tener dólares tiene solamente dos vertientes: las ventas argentinas al exterior o el endeudamiento en mercados financieros.

La balanza comercial argentina terminó el 2017 con un déficit récord y la perspectiva para 2018 es igual o peor, mientras que la posibilidad de endeudamiento es cada día más difícil y costoso.

En ese contexto, las medidas tomadas por el Gobierno de eliminar todas las exigencias que tenían los exportadores para liquidar divisas y habilitar, sin mayores restricciones, la llegada y salida de fondos del exterior, lo cual facilitó el negocio con capitales "golondrina".

¿La Argentina al borde de un abismo?

Pese a que una gran mayoría de economistas y consultoras cuestionaron la decisión del Gobierno de volver al Fondo, nadie habló de situaciones catastróficas.

Para el exviceministro de Economía durante la gestión k, Emanuel Alvarez Agis, fue contundente: "Esto no tiene nada que ver con 2001, no habrá una crisis que te lleve a defaultear o que no te van a dar los depósitos".

"Cuando tenés un cimbronazo, la economía que más se destartala es la que necesita más dólares. Hemos elegido una dependencia muy grande del mercado externo", señaló el especialista.

Fausto Spotorno, del Centro de Estudios Económicos, aseguró que el país enfrenta "problemas serios", pero reconoció que "este anuncio calma un poco los mercados".

"Argentina es un país que vive de prestado todo el tiempo. Que toma deuda para pagar jubilaciones y planes sociales", señaló el economista.

Por Guillermo Malisani (NA)

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